Vuelve a disfrutar de una de las mejores superproducciones de los últimos años: Tierra Amarga
Vefa demuestra una vez más su talento
Alí se enfrenta a un complicado caso médico y logra salvar las manos de un niño con grandes tumores en ambas manos.
Alí, junto a Nazli y Ezo, en calidad de relaciones públicas del hospital Berhayat, viaja hasta una pequeña clínica rural a las afueras de Estambul para evaluar un caso muy especial: un niño con grandes tumores en ambas manos. El pequeño, huérfano desde hace dos años tras perder a sus padres en una inundación, vive solo y bajo el cuidado de un médico local que ha contactado con Vuslat para pedir ayuda. Sin embargo, este doctor no ha sido del todo sincero: las radiografías que envió son de hace dos meses, y el cáncer ha avanzado rápidamente desde entonces.
Alí queda impactado al ver el estado actual de las manos del niño. La amputación parece, en principio, la única opción viable. Aun así, Vefa está decidido a intentar salvarle las manos para que el pequeño pueda tener una vida lo más normal posible.
Tras reflexionar mucho, Alí decide arriesgarse: buscará a ciegas los huesos de las manos para intentar una reconstrucción. Nazli le advierte de que es una estrategia incierta, pero él está preparado para asumir el riesgo. Por eso, pide ayuda y confidencialidad: "No le diré al niño lo que voy a hacer para que no se haga ilusiones. Que crea que le voy a amputar las manos", confiesa a Gülengül.
Cuando entran a hablar con el pequeño paciente, Vefa le menciona la posibilidad de llevar prótesis. Pero el niño, muy afectado, rechaza la idea: "Me voy a quedar sin manos y, si llevo manos de robot, seguirán siendo raras. Nadie querrá jugar conmigo", dice con tristeza. Alí intenta animarlo con ternura: "No te avergüences de lo que te hace diferente, porque ese es tu superpoder. Si crees en ti, no habrá nada que no puedas lograr".
Gracias a sus palabras, el pequeño acepta seguir adelante. La operación dura más de tres horas, pero termina siendo un éxito rotundo. Contra todo pronóstico, parece que podrá volver a usar sus manos.
Días después llega el momento más esperado: le retiran las vendas. El niño, emocionado, ve que sus manos están intactas. "Gracias, Alí. Mamá y papá se habrían alegrado", le dice entre lágrimas. Vefa le responde con un consejo lleno de esperanza: "Haz que se alegren aún más: estudia, porque es la única forma de sobrevivir". El niño promete seguir su consejo y, como gesto final, choca las manos con Alí, a pesar de que este no es muy dado al contacto físico.