Los problemas de Alí salpican a Zehra

Las deudas de Alí con un mafioso hacen que Zehra pague las consecuencias de su adicción al juego

La adicción al juego de Alí lo endeuda con la mafia, y Zehra sufre las consecuencias.

Zehra consigue escapar de la casa donde Alí la tiene retenida y pedir ayuda. Encuentra en el bosque a un cazador dispuesto a prestarle su apoyo. Regresan a la vivienda en ruinas a por Cemal y, cuando están a punto de huir, aparece el hermano de Azad con el coche. El joven consigue convencer al hombre de que no se lleve a Zehra, asegurándole que su mujer y él han tenido una fuerte discusión y, por esa razón, la pequeña ha ido en busca de ayuda. Al final, el cazador se marcha del lugar dejando a la hija de Melek con su marido.

Zehra teme la reacción de Alí. Sabe que la va a intentar matar por haberse escapado de esa casa destartalada. Y, cuando está a punto de golpearla, llega un mafioso llamado Tekin que lo está buscando porque le debe una suma de dinero importante. El hijo de Zümrut ha vuelto a jugar, ha apostado y ha perdido. Y, ahora, tiene pagar lo que debe a dicho criminal, pero no tiene donde caerse muerto. Así que para asegurarse de que Alí va a devolver sus dinero, decide llevarse a Zehra por la fuerza y dejar a Cemal con su padre. "Si no me devuelves mi dinero, olvídate de tu mujer. No la volverás a ver", le dice el malhechor al hermano de Azad en tono amenazante.

La hija de Melek ya no puede más. Su hijo está enfermo y la han alejado de él. Sabe que Alí no se va responsabilizar de su bebé y así se lo hace saber a Tekin, pero no está dispuesto a hacerle caso. Él solo quiere su dinero y está convencido de que el hijo de Zümrut ha huido lejos porque su situación económica es precaria. "Si no me paga, no volverás a ver a tu bebé ni a tu marido nunca más", le afirma a Zehra. La joven solo está preocupado por Cemal. Por su marido solo siente animadversión y no le preocupa su destino.

Alí está tan desesperado porque debe reunir la cantidad de dinero que le exige Tekin, así que no le queda más remedio que recurrir de nuevo a Devra para que le ayude. El hijo de Fatma no puede echarle una mano porque Azad le ha despojado de todos sus bienes. Sin embargo, no está dispuesto a quedarse de brazos cruzados. No puede permitir que a Zehra le pueda ocurrir algo, Melek jamás se lo perdonaría y, en el fondo, todavía albergar la esperanza de que la profesora valore sus pruebas de amor hacia ella y algún día caiga rendida en sus brazos.

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