Los hermanos Eren pierden su hogar y se ven obligados a vivir en un gallinero tras la muerte de sus padres

Tras la trágica muerte de sus padres, los hermanos Eren intentan sobreponerse al dolor y sacar fuerzas para salir adelante. Unidos por el amor que se profesan, cada uno trata de aportar su granito de arena para que la familia siga adelante.

Ömer, decidido a ayudar económicamente, anuncia su intención de dejar los estudios y buscar trabajo. Sin embargo, Kadir se niega rotundamente. Le recuerda la promesa que le hizo a su padre antes de morir: "Serás médico". También le dice a Asiye que debe seguir estudiando, y asume con responsabilidad el rol que el destino le ha impuesto: "Desde ahora yo soy vuestro padre y vuestra madre".

Pero la desgracia no ha terminado para ellos. A la pérdida de sus padres se suma ahora una amenaza aún más inmediata: quedarse sin hogar. El casero se presenta para reclamar el alquiler atrasado y les informa de que su padre llevaba tres meses sin pagar. Kadir, que no da crédito, le promete saldar la deuda en cuanto encuentre trabajo.

Aun así, el propietario no tiene intención de esperar. Insiste en que deben marcharse y deja claro que quiere la casa libre. Kadir, desesperado, le entrega todo lo que tiene: el dinero que le han dado los compañeros de su padre y hasta una televisión. Nada es suficiente. "Quédate con toda la casa", le espeta con rabia, mientras el casero le responde que al día siguiente los quiere fuera.

Sin otra opción, los hermanos hacen las maletas y se marchan. Buscan refugio en casa de sus tíos, pero la convivencia dista mucho de ser la ideal. Şengül, abrumada por la situación, no oculta su frustración ante los nuevos gastos.

Kadir, viendo que no son bienvenidos, toma una decisión drástica: le pide a su tío Orhan permiso para instalarse en el viejo gallinero del patio. Orhan, impactado por la petición, accede a regañadientes. No es el lugar adecuado, pero es lo único que pueden llamar 'hogar' por ahora.