Su sed de venganza hacia Bedir no tiene límites

Kevsa: el retrato de una mujer despiadada que disfruta del dolor ajeno sin atisbo de arrepentimiento

Kevsa es la 'mala malísima' de Jaula Dorada y su ira y sed de venganza hacia Bedir y su familia no tiene límites.

La enemistad de Kevsa, mujer de Ahmet, con la familia de Bedir es un hecho. La matriarca de los Cibranoglu culpa al padre de Zülüf de haber acabado con la vida de su marido, pero, en el fondo, ella, junto a su hermano Celil, es la que ideó un plan para asesinar a su esposo.

Kevsa aprovecha cualquier circunstancia para culpar a Bedir y a su familia de lo ocurrido y, cuando, Nefise huye con Müslüm, la madre de Ökkes se presenta en casa de Zeliha y acusa a Müslüm de raptar a su hija, cuando, en realidad, los jóvenes han huido juntos porque están enamorados. Además, la malvada mujer pide a Bedir que averigüe dónde están los jóvenes y que su hija Nefise vuelva a casa antes de que su vástago la deshonre.

Kevsa quema la ropa de Nefise en un arrebato de odio. Siente que su hija les ha deshonrado al abandonar a la familia y no desea volver a verla. Para ella, Nefise ha muerto y es una traidora.

Además, la madre de Kenan no está dispuesta a obedecer al anciano sabio, al que llaman patriarca. Ordena a Bedir que case a su hija Zülüf con Kenan y exige a la mujer de Ahmet que su hija Nefise contraiga matrimonio con el hijo de Bedir. Sin embargo, Kevsa hace oídos sordos y no está dispuesta a que Zülüf forme parte de su familia. "La cárcel de los Cibranoglu será la cárcel de la hija de Bedir", afirma con maldad.

Se celebra la boda de Zülüf y Kenan, pero la joven se niega a vivir en la mansión de los Cibranoglu. Kevsa pide explicaciones a la hija de Bedir y la joven es muy clara con sus motivos. "No volveré a la casa donde se desangró mi padre", afirma a Kevsa. La hermana de Müslüm no puede olvidar lo ocurrido en su enlace cuando Ökkes, fruto del odio, disparó a su padre.

La madre de Kenan no está dispuesta a que Zülüf se salga con la suya y, si la joven se niega a vivir con ellos, su intención es que Nefise regrese a casa y se aleje de Müslüm. En el fondo, es una estrategia de Kevsa para hacer daño una vez más a Bedir y a su familia.

Zülüf cambia de opinión y, al final, se instala en casa de los Cibranoglu. Kenan ha entregado a su hermano Ökkes ante la policía y ella, como muestra de agradecimiento a su marido, decide dar ese paso.

Al llegar a casa de Kevsa, la madre de Kenan está muy disgustada porque acaba de averiguar que su hijo mediado ha sido detenido gracias a la colaboración de Kenan y no recibe a la hija de Bedir con los brazos abiertos. Está convencida que Kenan ha permitido que Ökkes pague por su delito para que Zülüf acceda a estar junto a él.

Kevsa se muestra sería con la hija de Zeliha y le asegura que, a partir de ahora, debe obediencia a la familia Cibranoglu.

Kevsa visita a Ökkes en las dependencias policiales. Su hijo desea volver a casa, pero hasta que no se celebre el juicio, debe permanecer retenido. A la madre de Nefise se le parte el corazón al ver a su hijo Ökkes entre rejas y está dispuesta a vengarse de Kenan por haberle encerrado.

Kevsa intenta hacer la vida imposible a Bedir y a sus hijos, pero su familia es una piña y siempre consiguen salir airosos de todo. La madre de Nefise descubre que su hijo Kenan está investigando el asesinato de su padre a petición de Zülüf y decide ir a por ellos de nuevo. Contrata el servicio de un delincuente para que deje en casa de Bedir unas joyas de gran valor pertenecientes a la familia Cibranoglu y un arma.

Kevsa acompaña a Zülüf a casa de sus padres para que la joven recoja sus pertenencias. Casualmente, la hija de Zeliha encuentra en el sótano de su casa una bolsa con joyas y una pistola y se la muestra a su padre delante de Kevsa y del resto de la familia, momento que aprovecha la madre de Kenan para inculpar a Bedir de la muerte de Ahmet. Asegura a los allí presentes que dichas alhajas y el arma pertenecen a su marido y es la prueba definitiva que demuestra que el marido de Zeliha es el asesino de su esposo.

Ismihan, también, recibe amenazas y desplantes de Kevsa. La madre de Kenan revela a su hijo, entre lágrimas, que la expulsó de casa y la envió a un pueblo donde la encerró para alejarla de él y de Ahmet, del que estaba locamente enamorada.

Kenan está muy ofendido con Kevsa por maltratar a su progenitora desde que él nació y su intención es clara: expulsarla de la mansión. Pero, la matriarca de los Cibranoglu no está por la labor de abandonar el que ha sido su hogar hasta hora.

Sin embargo, Kenan es tajante con la decisión que ha tomado y le exige que recoja sus cosas y deje la casa. Para el marido de Zülüf, Kevsa solo es la madre de sus hermanos, Ökkes y Nefise, pero ya no siente ningún cariño hacía ella. Las maldades de la matriarca de los Cibranoglu le están empezando a pasar factura y sus hijos le han dado la espalda.

Kenan, sin ningún atisbo de arrepentimiento, traslada a Kevsa a la casa donde estuvo encerrada su madre Ismihan durante años. La madre de Nefise no puede creer lo que el joven le está haciendo. Su orgullo le impide pedirle perdón, así que, de momento, tendrá que resignarse a vivir allí.

La vida de Kevsa se complica todavía más. Ahora, debe ingresar en prisión por haber sobornado a una reclusa para dar una paliza de muerte a Zeliha, que estaba entre rejas acusada injustamente de haber disparado a Nefise y acabar con la vida del bebé que la joven estaba esperando junto a Müslüm.

Kevsa se presenta con soberbia ante las reclusas con las que comparte celda. Asegura al resto de presas que ella es una víctima de calumnias y que no estará demasiado tiempo encerrada. Las reclusas se enfrentan a ella y, por primera vez, la cruel mujer se siente débil y desprotegida.