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Süreyya y Faruk tienen un propósito en común: volver a ser padres

Süreyya parece que ya está preparada para intentar ser madre de nuevo. Faruk no puede evitar emocionarse.

Hace cuatro meses que Süreyya tuvo un aborto y, con la llegada del bebé de Ipek a la mansión, a la mujer de Faruk se le ha despertado el instinto maternal.

La joven decide visitar a una ginecóloga para que le haga un chequeo completo. La doctora le realiza varias pruebas y le confiesa que, en dos meses, puede volver a intentar ser mamá.

Süreyya le confiesa a su marido sus intenciones y él no puede estar más feliz, ya que el hijo de Esma, también, se muere por tener un hijo con su mujer.