El matrimonio está desolado

De nuevo, la sombra de Soraya está detrás: Mariana y Luis Alberto creen que su hijo ha muerto en un terrible incendio y celebran su funeral

Mariana y Luis Alberto, convencidos de la muerte de su hijo en un incendio, celebran un doloroso funeral. De nuevo, Soraya está detrás de todo.

Mariana y Luis Alberto se han convertido en dos extraños; apenas se hablan y su relación es inexistente. Él está volcado en sus negocios y ella en el cuidado de su hijo Alberto. La joven sale todos los días con su bebé a pasear al parque y lo hace acompañada de un guardaespaldas. Sin embargo, un día, le pide a su escolta que compre un chupete a su hijo en una farmacia, y Soraya aprovecha la ocasión para distraerla y lograr que se aleje del carrito de su hijo para poder llevárselo sin ser vista.

Para ejecutar su plan, Soraya se lleva al parque a Pulgoso, el perro de Mariana, y la joven al ver a su mascota, corre hacia él emocionada, alivida al comprobar que está bien, ya que creía que había escapado y no lo volvería a ver. Pero al acercarse al carrito, Mariana se lleva una desagradable sorpresa: su hijo no está. Soraya se lo ha llevado sin que Mariana se percate y la mujer de Luis Alberto, rompe a llorar, sin saber quién ha secuestrado a su bebé.

Mientras tanto, Soraya entrega al hijo de Luis Alberto a un delincuente llamado Chícharo que ha contratado para deshacerse del bebé. Todos creen que el pequeño ha muerto en un devastador incendio, ya que encuentran su medalla entre las llamas. Sin embargo, Alberto sigue vivo: el criminal se ha apiadado de él, y finge su muerte, dejando la medallita en la casa que ha incendiado. Chicharo entrega al pequeño a su amigo José que siempre ha ansiado tener descendencia.

Los Salvatierra celebran el funeral por su hijo, oficiado por el padre Guillermo. Mariana y Luis Alberto están desolados. La joven no duerme, no come y no quiere salir de su cuarto. Elena intenta animar a Mariana, pero la hija de Rafael Villarreal le confiesa, entre lágrimas, que no encuentra consuelo. "No tengo ganas de vivir", le revela a la madre de Luis Alberto, quien le comparte su propio dolor: le cuenta cómo perdió la cabeza cuando su hijo Matías murió ahogado y le da unos sabios consejos para que pueda seguir adelante con su vida: "Tienes que aprender a vivir con el dolor de la pérdida y pensar que, ahora, tienes un ángel en el cielo que está velando por ti", le dice a Mariana con cariño.